Nota: En este artículo, las partes en azul contienen spoilers. Si aún no has visto la primera temporada ni la película “Dawn of the Deep Soul”, te recomiendo leer solo las secciones en negrita y volver más adelante para completar el viaje.
Próximamente hablaremos también de la segunda temporada, cuando el Abismo vuelva a abrirse ante nosotros.
Parte I

Hay historias que no están hechas solo para verlas: hay que sentirlas. Son historias que traspasan la pantalla y tocan partes de tu alma. Made in Abyss es una de ellas.
Cuando me la presentaron, al principio parecía una simpática aventura animada sobre exploradores que bajan a un abismo lleno de criaturas, reliquias y misterios. Además, los personajes son niños entrañables. Pero en lo profundo, es una metáfora del viaje del alma.
Cada plano, cada silencio, cada lágrima, cada gota de sangre tiene un propósito: enseñarnos (o recordarnos) que para ascender primero hay que descender, y que solo quien se atreve a mirar su oscuridad puede descubrir su verdadera luz.
El Abismo es para mí, simbólicamente, el inconsciente: ese territorio interior donde habitan las memorias dormidas, los miedos, las heridas y también la pureza que olvidamos.
Descender no es caer, es aceptar. Es reconocer que hay partes de nosotros que aún esperan ser abrazadas. Y, como en el Abismo, están escondidas esperando que vayamos a encontrarlas.
Por eso, aunque la serie parezca sombría, es profundamente luminosa. Cada escena habla del despertar espiritual, de la inocencia que no se pierde sino que se transforma en sabiduría, y de la ternura que sobrevive incluso al dolor más profundo.
Nada en esta obra es casual: los personajes, los paisajes y hasta la música funcionan como símbolos de los distintos estados del alma. Y aunque su estética parezca dulce e infantil, el mensaje es muy humano: la luz y la sombra no son opuestos, sino complementarios. Quizás gracias a este toque infantil con el que se presenta la serie, podemos soportar la dureza del viaje y algunas de sus escenas.
🌀 El Abismo como símbolo espiritual
En muchas tradiciones místicas, descender representa el inicio de la transformación. Jesús desciende al inframundo, Inanna baja al reino de Ereshkigal, Buda observa el sufrimiento, Dante atraviesa el infierno… El descenso es siempre una iniciación. De hecho, Made in Abyss me recuerda a una mezcla entre La Divina Comedia y Viaje al Centro de la Tierra de Julio Verne.
En Made in Abyss, el Abismo no es castigo ni condena. Es un camino hacia lo sagrado: un espacio que prueba, purifica y revela. Cada capa es un velo que se levanta, un nivel de conciencia que se abre.
A medida que los protagonistas bajan, el espectador también lo hace: hacia lo más profundo de sí mismo.
Hacia ese punto donde la mente no puede seguir y solo el corazón puede sostenernos: la luz y la bondad dentro de nosotros.
🙈 La incomodidad como puerta a la comprensión

Uno de los grandes aciertos de Made in Abyss es que no busca ser cómoda. Desde sus primeros capítulos, algunas escenas pueden desconcertar o incluso generar rechazo. Por ejemplo, nada más empezar la serie, Riko dice que si no encuentra tesoros “la volverán a colgar desnuda como castigo”.
Esa sensación, chocante al principio, no está ahí por provocación, sino como un ritual de entrada. La historia te mide, como si te preguntara: “¿Estás dispuesto a mirar lo que no entiendes y seguir bajando?”
Incluso los detalles más extraños —aquellos que al principio pueden parecer fuera de lugar o innecesarios— cumplen la función de un termómetro interior. Si algo nos incomoda, es porque la serie está tocando algo que preferimos mantener oculto: la inocencia, la vulnerabilidad, el cuerpo, la emoción pura.
A medida que avanzas, comprendes que esas escenas no son aleatorias: son pruebas que calibran si tu descenso está en sincronía con el de los personajes y vas bajando a su mismo ritmo.
Cuando esa incomodidad se transforma en comprensión, sabes que has cruzado una frontera. Has dejado de mirar con los ojos de la mente, y empiezas a mirar con el alma.
🪶 Las seis capas del Abismo
(Basado en la primera temporada y la película “Dawn of the Deep Soul”)
Cada capa del Abismo tiene una profundidad física, pero también una frecuencia vibracional. Son como los planos del alma, las etapas de la transformación interior.
1️⃣ La Primera Capa – El Borde del Abismo
“La Aventura comienza.”
Todo es luminoso, inocente y esperanzador.
Simboliza el despertar espiritual inicial, cuando el alma empieza a recordar que hay algo más allá de la superficie de la vida.
2️⃣ La Segunda Capa – El Bosque Invertido
“La prueba del cuerpo.”
La belleza empieza a mezclarse con el peligro. El viajero descubre que avanzar requiere esfuerzo, disciplina y humildad.
Representa el contacto con las limitaciones humanas y el peso del miedo.
3️⃣ La Tercera Capa – La Gran Falda del Despertar
“El vértigo del alma.”
El entorno se vuelve hostil.
La pérdida de orientación simboliza la confusión del buscador espiritual, que debe soltar el control mental y aprender a confiar.
El dolor aparece, pero también el primer atisbo de comprensión.
4️⃣ La Cuarta Capa – El Cáliz de los Gigantes
“El peso de las emociones.”
Aquí el alma se enfrenta a su vulnerabilidad.
Surge la empatía, la compasión y la conciencia de que amar también duele.
Es la noche oscura del alma, donde el amor se pone a prueba.
5️⃣ La Quinta Capa – El Mar de los Cadáveres
“El sacrificio y la entrega.”
Todo lo viejo debe morir.
Simboliza la muerte simbólica del ego: comprender que no podemos seguir cargando con lo que fuimos.
Solo queda confiar, soltar, rendirse.
6️⃣ La Sexta Capa – La Capital del No Retorno
“El punto sin regreso.”
Entrar aquí es aceptar la transformación completa.
Ya no se puede volver atrás, porque algo esencial ha cambiado.
Simboliza la alquimia final, donde el alma se funde con la conciencia universal.
Más allá, en la Séptima Capa, se insinúa lo incognoscible: el lugar donde el yo desaparece y solo queda el Misterio.
🔙 El Abismo no permite retroceder
Una de las verdades más profundas que la serie nos muestra es que el Abismo no permite regresar.
Cuanto más desciendes, más imposible se vuelve volver a la superficie.
Físicamente, por la maldición del ascenso; espiritualmente, porque una vez has despertado, ya no puedes volver a dormirte. Quizás puedas ignorarlo, pero ya no puedes volver atrás.
La conciencia no retrocede. El alma que ha visto su luz interior no puede volver a ignorarla, aunque intente cerrar los ojos. De la misma forma, los exploradores que descienden al Abismo comprenden que todo retorno implica pérdida, dolor, y a veces una muerte simbólica. El precio del despertar es la transformación.
Por eso la frase “no hay retorno” no es tragedia, sino revelación: el momento en que entiendes que la única dirección posible es seguir avanzando, más profundo en el amor, más dentro de ti mismo.
💫 Un descenso que es ascenso
A primera vista, los personajes bajan cada vez más profundo. Pero en realidad, están ascendiendo interiormente.
Cada capa quita una máscara, disuelve una ilusión, revela una verdad.
El Abismo no destruye: depura. No castiga: revela. Y cuando la serie duele, es porque está hablando directamente al alma: de la pérdida, de la pureza, del amor que sobrevive a todo.
⚠️ Parte II – Con spoilers
(A partir de aquí se comentan escenas y personajes de la primera temporada y la película “Dawn of the Deep Soul”.)
🔼 Riko, Reg y Nanachi: cuerpo, mente y alma

Riko representa el cuerpo: vitalidad, curiosidad y perseverancia. Avanza impulsada por una fe pura en la vida. Su debilidad no la frena; la hace humana. Es quien ve el mundo desde la inocencia y el descubrimiento.
Reg simboliza la mente consciente: lógica, protección, razonamiento. Pero su amnesia refleja la mente que ha olvidado su origen divino y busca recordarlo. Cuando nuestra alama viene a este plano, también perdemos la memoria y nos embarcamos en una búsqueda continua de lo que somos y lo que vinimos a hacer. Igual que le suece a RIco.
Nanachi encarna el alma antigua: la sabiduría que nace del dolor. Ha descendido, ha perdido, pero conserva la compasión. Es la comprensión de quien ya vio la oscuridad y eligió seguir amando.
Juntos forman un triángulo perfecto: cuerpo, mente y alma cooperando en un mismo viaje. El camino espiritual no se hace huyendo de lo humano, sino integrándolo todo. Todos ellos se necesitan para completar su aventura.
A los seres humanos nos sucede lo mismo.
Por eso, para mí, los tres son la encarnación del ser humano completo.
🩸 Ozen “la Inmóvil”: la maestra que te prepara para caer

Entre todos los personajes que aparecen en el primer tramo del viaje, Ozen —la maestra que entrena a Riko y Reg antes de su descenso— cumple un papel esencial. A primera vista puede parecer dura, incluso cruel. Los empuja al límite, los hace sangrar, los enfrenta a sus propios miedos. Pero su función no es castigar: Es enseñar y fortalecer.
Ozen es la vida misma cuando decide templarte antes de una gran travesía. Representa esas etapas en las que todo parece ponerse en tu contra, pero en realidad el universo te está dando las herramientas, la resistencia y la claridad que necesitarás más adelante.
Cada golpe que ella da es una enseñanza disfrazada. Cada palabra áspera es una advertencia amorosa. Ella encarna el principio de la sabiduría cruda: la que no se aprende en los templos, sino en el barro. Como de cierta manera, nuestros guias no ponen a prueba y nos ayuda para hacernos evolucionar y conocernos mejor.
Por eso, cuando los protagonistas dejan atrás su entrenamiento, lo hacen con algo más que conocimiento: llevan dentro la certeza de que pueden sobrevivir al Abismo. Porque antes de que la vida nos deje descender, siempre nos enseña, de un modo u otro, a defendernos.
🌌 El renacer en la oscuridad

Cuando Riko es envenenada y Reg se ve obligado a tomar la decisión más dolorosa, la historia de Made in Abyss deja de ser una simple aventura y se transforma en una prueba espiritual. Es, sin duda, el momento más brutalmente crudo de toda la primera temporada: el punto donde la inocencia se rompe y el alma de los protagonistas se desnuda ante el dolor.
En medio del pánico, las lágrimas y la impotencia, Reg comprende que amar también puede significar soltar, incluso cuando soltar duele más que morir. Con las manos temblando, dispuesto a amputar el brazo de Riko para salvarla, atraviesa su propio abismo interior. No lucha solo contra el veneno, sino contra el apego, contra la idea de que puede controlar o protegerlo todo.
Ese acto, brutal y sagrado al mismo tiempo, es el instante en que el amor se purifica:
el amor que no intenta retener, sino liberar.
Y justo cuando parece que todo está perdido, cuando la desesperación se convierte en silencio, aparece Nanachi.
No como una coincidencia, sino como una manifestación del equilibrio del universo: la compasión llega cuando el alma ha dado todo lo que podía dar. Nanachi representa la misericordia que brota después del dolor, la ayuda que se presenta cuando uno ha tocado fondo pero no ha dejado de amar.
💫 Cuando el amor se atreve a soltar, el universo le tiende la mano.
Así, entre lágrimas y redención, Reg y Riko renacen. El abismo los ha herido, pero también los ha unido de un modo más profundo que la sangre: los ha hecho vivir el misterio del amor que sobrevive incluso en la oscuridad.
Y cuando todo pasa, queda una cicatriz. En el brazo de Riko, como recuerdo del límite entre la vida y la muerte.
Y en el alma de Reg, invisible pero igual de profunda. Ambas marcas son testigos del amor que sobrevivió al abismo, del vínculo que se forja solo cuando uno ha mirado de frente la pérdida y ha elegido seguir amando.
En ese sentido, Nanachi es mucho más que un personaje: es la forma que toma la ayuda invisible cuando el alma se rinde con amor. Representa la energía sanadora que llega desde lo invisible, cuando el corazón ha atravesado la oscuridad y está listo para recibir la compasión del universo.
🩶 Mitty y el amor que libera

El vínculo entre Nanachi y Mitty es una de las escenas más potentes de la primera temporada. Mitty representa la inocencia deformada por el dolor.
Nanachi, al liberarla, encarna el acto más alto del amor espiritual: permitir que el alma que amas descanse, incluso si eso implica perderla.
“Amar no siempre es conservar. A veces es permitir que el otro regrese a la luz.” O en un lenguaje mas cercano y no tan elevado, soltar.
💔 Prushka y Bondrewd: el amor, el ego y la transmutación

En la película Dawn of the Deep Soul aparece uno de los arquetipos más profundos vistos hasta el momento.
Bondrewd es el ego espiritual: el buscador que quiere alcanzar la divinidad sin sentir. Cree que la luz se conquista con control. Para mí, es la ambición y codicia desmesurada del ser humano.
Prushka es el alma pura: ama sin condiciones, confía, se entrega.
Cuando Bondrewd la sacrifica, ocurre la alquimia: él destruye lo que no comprende, pero el alma responde transmutando el dolor en vibración. Prushka muere, pero su amor se convierte en el silbato blanco que guía a Riko en los niveles más profundos. Su voz no desaparece: se vuelve música, presencia, frecuencia. Su amor, trasnciende incluso a la muerte.
“El ego busca dominar el Abismo. El alma se deja caer y confía.”
Mientras Bondrewd se multiplica para no morir —como la mente que se aferra—, Prushka se disuelve en una melodía eterna, en forma de silbato blanco. Él teme desaparecer; ella se convierte en canción. El amor verdadero no muere: cambia de plano. Lo que parecía tragedia era, en realidad, transmutación.
🌑 El eco del Abismo
Al terminar la serie y la película, queda una mezcla de ternura, vacío y gratitud. Esa sensación es el eco del Abismo dentro de nosotros.
Porque el Abismo no se “entiende”: se experimenta, se vive. Y al vivirlo, comprendemos que todas nuestras caídas, pérdidas y heridas han sido miedos disfrazados que no nos permitían avanzar. Que cada dolor era una prueba de luz que, al superarla, florece en forma de amor.
Made in Abyss no trata de la oscuridad, sino del poder de atravesarla con el corazón abierto. De recordar que lo que más tememos —la soledad, la pérdida, la muerte— son solo pasos en el camino de regreso al origen.
“El alma no asciende evitando el Abismo, sino abrazándolo hasta que deja de dar miedo.
Porque en lo más hondo de la sombra, es donde el amor aprende a brillar.”
🌕 Epílogo – El Abismo como matriz del alma (teoría personal)
Mientras repasaba las imágenes del descenso, algo comenzó a tomar forma: la estructura del Abismo se asemeja, en cierto modo, a un canal de parto.
No puedo afirmarlo con certeza —la historia aún no ha concluido—, pero creo que no es casual. Toda la serie vibra con esa sensación de tránsito, de atravesar algo oscuro y doloroso para llegar a una nueva luz. El Abismo no parece una grieta que destruye, sino un útero que da a luz: el canal de parto por donde todos salimos y vimos la primera luz del mundo tras atravesarlo.
Cada capa es como una contracción que nos empuja a salir. Cada descenso, un movimiento hacia el inicio de la vida.
El alma atraviesa la presión, el miedo y la pérdida de forma hasta renacer en un nivel más elevado de conciencia.
Quizás el Abismo no sea un castigo, sino una matriz cósmica: un espacio donde las almas se gestan de nuevo, desprendiéndose de lo que ya no son para regresar a la luz.
Si ese simbolismo se confirma, Made in Abyss no estaría narrando un descenso a la oscuridad, sino un viaje de nacimiento espiritual. Y eso explicaría por qué, pese a su dureza, la serie transmite ternura, inocencia y fe.
“Porque al final, el Abismo no traga: pare. Y lo que nace de él, aunque marcado por la oscuridad, lleva en los ojos el brillo de quien ha visto el origen.”
✨ Sobre este texto:
Escribo esta reflexión tras ver la primera temporada y la película Dawn of the Deep Soul (El amanecer del alma profunda).
Más allá del formato, esta obra me recordó que la espiritualidad no siempre es luz: también es fango, vértigo, pérdida y renacimiento. El despertar espiritual y evolucionar no es un camino de rosas ni fácil muchas veces. Igual que los exploradores que se atreven a meterse en el Abismo, hay que tener valentía, coraje y ganas de explorar.
Como en el Abismo, cada capa de nuestra vida nos invita a ir más hondo, hasta encontrar la pureza que nunca desapareció, solo dormía.
Porque descender no es caer.
Es recordar quiénes somos.
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